5/08/2008

Sobre nuestra dependencia en Japón

Llevo ya casi cuatro años en Japón y a simple vista podría decirse que soy casi un experto en recorrer sus complejas ciudades, utilizar la maraña de redes ferroviarias que conduce a nuestros destinos, dialogar con sus habitantes, descifrar gestos y actitudes, pero acaso se podría decir que he alcanzado un nivel de independencia holgado en éstas islas?.
Aquella independencia de la que trato de discutir ahora no es la que te otorgan de iure las leyes, tampoco la independencia económica, pues por demás está decir que incluso inmigrantes recién llegados a Japón, que no gozan de ninguna experiencia migratoria previa, en su mayoría, son capaces de desempeñar trabajos manuales (debido a su falta de japonés es casi imposible que realicen otro tipo de trabajo, y dado el escaso vocabulario del japonés esto los condiciona a ser dependientes de otros que dominan mejor el idioma). Pero que a pesar de todas estas deficiencias les permite acariciar cada mes una pequeña fortuna que ilusamente les hace pensar que el dinero dura para siempre, claro al final del mes y después de haber desperdigado mundanamente aquel sueldo imposible en el país de origen, luego de palpar y sentir vacíos sus bolsillos, sucumben en el arrepentimiento y la subsecuente reflexión de "empezaré a ahorrar desde mi próximo sueldo" lo cual es olvidado tan rápido como haya liquidez en sus cuentas de banco.
Hago este comentario de los newcomers, pues en cierta forma es la manera de actuar de la mayoría de extranjeros que llegan a Japón, y en el caso de los peruanos, que bordean los 60,000 mil, la historia no es muy diferente. La reflexión en todo esto recae en si los peruanos en Japón han alcanzado aquella independencia que tanto se ansía cuando se reside en un país extranjero, libertad de desplazamiento, de expresión, de culto, etc en sus mas variadas formas.
Desafortunadamente esta pregunta no es difícil de responder, y digo que la respuesta es desventurada porque a comparación de otras latitudes, donde las comunidades peruanas han encontrado las formulas que le permiten arraigarse a los lugares donde residen, la realidad de los peruanos en japón es bastante distinta. Un ejemplo claro lo dan los peruanos en Nueva York que mostrando su identidad y luciendo su origen, desempolvan las banderas blanquirojas y salen a festejar a lo grande 28 de julio o en octubre sacan a pasear al señor de los milagros, pero también han ido incorporando a su bagaje cultural costumbres eminentemente locales, dado el roce constante con la cultura local.
Es cierto claro que la comunidad peruana en Japón encuentra muchas trabas que no le permiten solidificar y estructurar una comunidad mejor organizada, como la desventaja del idioma, el desconocimiento del medio donde se vive, la falta de información, la dispersión de los miembros, entre otros, lo cual hace imposible que individual y colectivamente alcancen una independencia real en éstas islas.