8/27/2008

El niño que no paraba de soñar

Cuando pequeño siempre había imaginado ser grande, ya de grande nunca imaginé lo difícil que podía ser esa tarea. De pequeño soñaba en las cosas que haría y que nadie impediría que fueran realizadas, soñaba en poder descubrir todo aquello que de niño no podía ni debía descubrir (dada mi condición de niño), en visitar aquellos lugares que no podía visitar y me hubieran fascinado verlas desde una perspectiva más temprana, ver aquellas cosas que no podía ni debía ver y decir aquellas cosas que cuando las decía me caía la censura de los adultos, indignados por las malacrianzas de aquel niño flaco y enjuto que sólo soñaba con ser grande. "Todo a su tiempo", me repetían hasta el cansancio, "ya llegará tu turno" con un tono de fastidio por mi ya cosabida impaciencia, eran las prédicas habituales que aún retumban en mi cabeza cuando navego atrás desfiando a la máquina del olvido, como es que yo llamo a mi no tan dotado cerebro.
De cuando en cuando vienen a mi mente, remolinos que arrastran recuerdos y que aleatoriamente dejan esparcidos fracciones y pedazos rotos de mi infancia, que formaron parte de aquella gran historia (como es que me gusta imaginarla) que había montado cuando media menos de un metro y me dejan aún más angustiado al saber que no sólo no recuerdo lo maravilloso que fue esa época, sino que quizás me convertí en lo que jamás hubiera querido ser de grande.
Pero llegar a ser lo que soy ahora, lo cual es equivalente a casi nada, me tomo muchos años de vagar en el limbo, en una especie de naufragio perpetuó en el que no llegaba nunca a la playa y en la que sólo trataba de negar el hecho que estaba siendo deborado por la marea. La transición habitual de niño a joven y de joven a adulto no sólo fue esquiva cronologicamente pues lo cierto es que crecí, pero no considero que mi desarrollo físico haya seguido una concordancia con mi desarrollo mental.
Adulto fuí cuando inicio aquel viaje a las antipodas de mi mundo, pues es donde inicio mi vida en la antitesis de mi desarrollo y es donde aprendí que tengo muchos desafios y retos que vencer. Y aunque como dije al principio de este post, jamás imaginé lo difícil que era ser grande, es también aquí, en la adultez, donde siento que aquella imaginación que tuve de niño, a pesar de ser adulto, está volviendo a despertar.