12/02/2008

Inmigrante, Quién yo?

La primera vez que tuve real conciencia de lo que era hacer un viaje a gran escala, no fue una experiencia personal, tampoco lo vi en las películas ni en el cine. Fue aproximadamente a los siete u ocho, cuando don Pablito, un entrañable amigo de la familia, emprendía un largo viaje, a un lugar al que hasta ese entonces, no había tenido idea que existía. Para ello, se hicieron grandes preparativos, aderezados con no pocos comentarios que iban y venían en relación al viaje. Don Pablito se iba a Nueva York a visitar a la familia, y aunque al principio Nueva York me sonaba a un lugar irreal y vacío, poco a poco, aquel lugar distante y desconocido, paradójicamente fue tomando forma y tornándose más palpable con la ayuda de mi imaginación.
Días previos a su viaje, le pregunté a don Pablito como era Nueva York, tratando de no sonar tan complicado y en tono paternal me respondió: Nueva York es un lugar muy distante, donde hay mucha gente y mucha nieve. Sin quererlo, don Pablito había insertado en mi mente, el combustible para pensar en lugares distantes, con geografías y climas que nunca había vivido y conocido, y con una gran cantidad de individuos de características variadas.
Durante su estadía en Nueva York, don Pablito mantuvo una comunicación epistolar con la familia, en la que nos contaba su estadía y sus añoranzas por el Perú. Aparentemente, el viaje de don Pablito fue de los tantos viajes de peregrinación que se han dado en la historia, pero para mi, aquel viaje no sólo me hizo tomar conciencia de las distancias y del flujo de personas entre las fronteras, también hizo que de alguna forma, la modernidad se filtrará en nuestras vidas, pues hubo también un intercambio de mensajes de audio, grabados en unos cassettes, que hicieron que la comunicación cobrará una condición mucho más viva, real y cercana. Y cuando tuve oportunidad de grabar mi voz, puntualmente le pedí a don Pablito que me trajera "nieve".
Un mes después, llegó un sobre con unas cartas anunciando que don Pablito regresaba, pero también había un cassette, y en uno de los mensajes se dirigía a mi, en él, me anunciaba la manera singular de como me traería la nieve, "te la voy a llevar, pero en la cabeza", reí de contento al escuchar la voz de don Pablito. Por supuesto, la nieve nunca llegó, pero la chispa que había encendido no se extinguió, pues seguí pensando en aquel viaje de antología que quizás algún día yo iba a realizar.
Es cierto que en ese tiempo mi razonamiento de infante, no me permitió deducir toda la arquitectura que se fue formando a raíz de esta experiencia, pero también es cierto que así como yo, hoy en día, sin siquiera saberlo, la imaginación de cientos de miles de personas en el mundo es activada por las imágenes de la inmigración, pues todos tenemos al menos un familiar, un amigo, un vecino, un conocido, que es inmigrante, y que nos conlleva a pensar e imaginar viviendo en otros territorios, viviendo otras vidas y quizás con un desenlace distinto en la novela aún no escrita de nuestras vidas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

DEAR JIMMY:
Como me encanta que tengas tantos recuerdos y que los puedas plasmar en un papel, bueno en este caso en tu blogg, sigue recordando y hazme saber de todas tus vivencias de las cuales yo no he participado y si lo hice con mucha pena no me acuerdo; un beso y cuidate mucho no olvides que te amo hermanito. atte. lucy.