10/27/2008

El viejo álbum de fotos y los amigos de siempre

El álbum de fotos de recuerdos que casi todos tienen y que supone registra los eventos importantes de nuestro caminar en este mundo, en mi caso caprichosamente se ha querido extraviar, como aquellos recuerdos que sin su ayuda, ya distantes en el tiempo, se han perdido para siempre. Recuerdo que la última vez que vi aquel álbum, ya sepia y descolorido, aún guardaban unas cuantas fotos que registraba el bautizo colectivo del que sufrimos mis hermanos y yo, cuando ya éramos grandes y los padrinos ya no tenían la necesidad de cargarnos hasta la pila de agua bendita, pues con 16, 14 y 7 quizás los hubiésemos cargado a ellos.
Otra de sus gruesas páginas registraba mi primera comunión, en el cual parado en el pasadiso central de la iglesia y con el fondo del modesto altar principal de la ciudad donde pasé mi primera infancia y aprendí a vivir en mi propio mundo.Vestía un horrible traje verde agua, sostenía una vela blanca y se repetía la misma expresión en mi rostro que reflejaba el fastidio y rechazo de hacerme participar en un evento religioso del cual nunca pedí ser parte.
Una de las fotos que tengo grabada en mi mente es una en la cual estoy parado al pie de una escalera de madera, que comunicaba las dos plantas de una vieja casona, vestía un sueter amarillo, y un pantalón a rayas con miles de colores que siempre me gusto y quizás revelaba en él, mi fascinación por la pluralidad.
Aquel viejo álbum debió ser la víctima más sensible de las múltiples mudanzas que vivimos y como muchas otras cosas que alguna vez formaron parte de nuestras vidas, fueron dejándose olvidadas o abandonadas. Ahora, empapado de añoranzas, ya de ello no queda sino sufrir la nostalgia de su ausencia.
Felizmente nuestra existencia está estructurada en base a redes sociales que nos permiten, con mucho alivio, ver que si ya nuestras fotos preciadas de la infancia se han ido para siempre, y ya no hay mas registro de nuestra historia en el rincón familiar, aún permanecemos involuntaria y desapercibidamente en las fotografías de nuestros amigos.
Ahora que resido tan lejos del lugar donde crecí, de cuando en cuando me asaltan aquellos recuerdos que me alegran o entristecen, dependiendo de su condición, y doy cuenta de que aquellas imágenes son joyas invaluables, las cuales si se consiguen ocupan un lugar predominante en un nuevo álbum que con emoción voy construyendo.
Hace una semana, Toño, un amigo de la infancia y Payasito un tiempo atrás, me enviaron unas fotos de aquellos tiempos dorados que rememoran aquel pasado compartido. Considero que el fastidio de buscarlas, escanearlas y enviarlas no hacen sino confirmar y reafirmar nuestra amistad.

De pie, de izquierda a derecha, Chamaco, el Enano, Toñito, este peregrino, Kunko y chino Pipo. De rodillas, Cajita y el travieso y aún inberbe Ñeko.

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